El Sevilla F.C. consiguió anoche
en Villarreal, Castellón, un resultado casi perfecto para el pase a los cuartos
de final de la UEFA Europa League. El partido comenzó a ganarse, como siempre,
días antes. Ilusionada la afición tras el sufrido pase contra el Borussia Mönchengladbach,
cientos de sevillistas hicieron noche para comprar su entrada el pasado jueves.
Las taquillas abrieron a las diez de la mañana y el precio acordado entre ambos
clubes, 10 euros, repercutió en el aforo de ayer. 2000 personas viajaron desde
Sevilla hasta Villarreal, en su mayoría en autobús. 24-7 SFC Fans realizó su
segundo desplazamiento de la temporada, pero el primero en completarse, pues en
diciembre y culpa de dos pinchazos de rueda los híbridos no llegaron a su
destino, entonces Vallecas, en Madrid.
La expedición partió a las 5 de la
mañana del mismo jueves desde el mosaico de Gol Sur del Ramón Sánchez Pizjuán.
A pesar de lo intempestivo de la hora, pocos pudieron dormir. Ángel el
“Canijo”, nuestro speaker, protagonizó el show desde temprano altavoz en mano y en el centro del
colectivo. En la primera parada, aun de noche, alguien encendió una bengala. En
la segunda coincidimos con más transportes rojiblancos y arengamos a nuestras
tropas apenas amanecido y desde lo alto de las mesas del restaurante: era
momento de que el resto aprendiera los nuevos cánticos de 24-7, tan bien
acogidos últimamente en Gol Norte.
Antes de la tercera parada la tensión se
palpaba en la expedición. Dejábamos atrás Andújar, Jaén, el destino que nos
deparó involuntariamente nuestro fallido viaje de diciembre. Despedidas con la
mano mientras recorríamos la salida a la localidad jiennense, bromas, relax.
Para las 3:30 24-7 estaba ya en Villarreal, otro pueblecito español, pero a más
de 700 kilómetros de casa por autopista. Localizado el Estadio del Madrigal, el
sevillismo se reunió en un parque de columpios cercano. Toda la tarde se rió,
se cantó y se bebió, mientras los rezagados iban llegando y colgando sus
banderas. Asistimos al despliegue de una lona gigante de Biris Norte que rezaba
“SEGUIMOS AL CAMPEÓN”. Habíamos seguido a nuestro tricampeón de la UEFA hasta
allí mismo, pero el cruce podría haber sido distinto: más lejos, probablemente
hasta Italia, posiblemente más difícil. La tarde pasó fugaz y las prisas por
entrar al Estadio sobrevinieron en un abrir y cerrar de ojos: “¿Dónde está mi
entrada?”, “¿Me dejarán meter la bandera?”. Vi cómo nuestros compañeros
escondían la conocida bufanda con la palabra “ANTIBÉTICOS” por miedo a perderla
en la puerta. A otro compañero le obligaron a ponerse una sudadera porque
llevaba un polo del Kolectivo Sur del Xerez C.D. Esto se debe a que ayer la
Comisión Antiviolencia y la UEFA declararon el partido de alto riesgo y
prohibieron la entrada a “mensajes o expresiones de contenido violento,
xenófobo, racista” o que incluyeran alusión a la palabra “ultra” en todas sus
extensiones. Como si las banderas pudieran herir a alguien. Durante años
acostumbramos a escuchar el discurso de que “el público es soberano”, pero
parece que esta soberanía la ha perdido por completo. El fútbol como vehículo
de expresión de minorías ha muerto en su totalidad. Al menos no nos quitaron los
bocadillos.
El Estadio del Madrigal fue construido en
1923 y pocas veces ha ampliado su aforo, aunque ha sido remodelado varias veces
conforme el Villarreal escalaba divisiones. De 22.000 aficionados en 2005, con
motivo de la clasificación a la Champions League construyeron la nueva jaula y
ampliaron hasta 25.000 el aforo. La jaula es de metacrilato desde el suelo
hasta la mitad y tiene una gran viga de acero como tope que dificulta la visión
interrumpiéndola: si un equipo cruza de campo tienes que asomarte a la otra
parte, cubierta por una red, para continuar la jugada. Además no se alcanza a
ver desde ahí arriba la portería que defiendes si estás en ese suplemento del
campo y tienes que subir unas interminables escaleras para llegar a ese Gol
Norte. El Gol Norte desplazado, nuestro Gol Norte, convirtió esas dificultades
en anécdotas. Unai Emery apostó por un 11 anoche de contención, dejando en el
banquillo a Éver Banega, válido para la posesión pero poco adecuado para un
partido de ida y vuelta, e introduciendo otro centrocampista, más defensivo
pero llegador, Stephane Mbia. El primer gol fue el récord en la Historia de
esta competición bendita para el Sevilla. 13 segundos. Saque de centro,
pelotazo de Nico Pareja desde nuestro campo, peinada de cabeza hacia atrás de
Vicente Iborra y la pared de Kevin Gameiro con Vitolo, que culminaba el pase
picado al hueco definiendo con la izquierda tras pararla con el pecho y sin
dejar la pelota caer. Vitolo, siempre titular desde que llegó, ha pasado de ser
jugador con detalles de super estrella a brillar por sí mismo en lo pragmático:
anotar y asistir. Este pragmatismo lo lleva a ser un jugador franquicia, y él
responde siempre mejor de lo que se espera. La titularidad de Gameiro obedece a
la racha floja de su compañero en el ataque, Carlos Bacca. Parece que se le
está haciendo la temporada larga al cafetero, mientras que el galo aporta la
movilidad para crear huecos a los que vienen desde atrás. La reacción del submarino amarillo no se hizo
esperar. Lucho Vietto tiró al larguero en la siguiente jugada. La posesión era,
como auguró Emery, del Villarreal, mientras que el Sevilla a la contra hacía
más daño. Mbia volvió a marcar de cabeza en tierras valencianas, esta vez un
balón centrado desde la izquierda por Benoît Trémoulinas que la defensa
amarilla no tuvo que dejar botar y que el árbitro y los asistentes no tuvieron
que dejar subir al marcador por fuera de juego. Inexplicable el colectivo
arbitral; cuanto más se amplía, más se equivoca. Corría el minuto 25 y hasta el
final de la primera parte el Sevilla hizo lo posible porque se jugara poco. Otro
larguero, esta vez de Aleix Vidal, avisaba de que la vuelta les iba a ser
difícil a los amarillos. En la segunda parte, Vietto, el más activo de los
locales, logró un gol rematando una jugada trabada donde había dudas de fuera
de juego. El tanto fue celebrado dos veces y dos veces cantado por megafonía,
pues los asistentes necesitaron un referéndum para lograr quórum. En la
siguiente jugada la estrategia mató el partido y probablemente la eliminatoria:
otro balón largo de Pareja que cabeceó Iborra para propiciar la segunda jugada,
ponerla al punto de penalty y machacar Gameiro con la buena midiendo
perfectamente los tiempos. Marcelino García Toral, extécnico sevillista y
actual entrenador del Villarreal, fue expulsado entonces. Demasiadas emociones
para todos. En la rueda de prensa consideró que el resultado no había sido
justo. Debe saber que la justicia no existe en el fútbol. El toque, el juego
bonito y la posesión de balón no sirven de nada si el otro defiende y ataca
mejor. Pragmatismo, bilardismo, resultadismo, eso es lo que vale para la
competición, aunque no valga para la televisión. Los 2000 de ayer y todos los
hinchas del mundo lo saben: la alegría está en celebrar goles y victorias, no
en ver a tu equipo supuestamente “jugar bien”. La alegría era ver que, hasta el
final, por más que tiraban, más fallaban o más paraba Sergio Rico, nuestro joven
portero que está cogiendo galones a fuerza de hacer Historia en eliminatorias. Cuando
salimos del Madrigal para buscar nuestro autobús nos encontramos uno con la
luna trasera derecha destruida. Dicen los medios que actualmente los
responsables están bajo disposición policial. Estas cinco horas que esos 55
sevillistas fueron retenidos en Villarreal a la espera de solución las
convirtieron, como sevillistas que son, en anécdota. El domingo viene el Elche
y la semana que viene vuelve el Villarreal. La eliminatoria no está cerrada.
Cantaremos un día más, lucharemos una semana más. Toda nuestra vida.
24-7 SFC FANS
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